Los informes estadísticos sobre el aumento del sida en los niños han creado no sólo preocupación, sino alarma por la vulnerabilidad de los planes de salud en áreas donde la pobreza marca el destino de muchos habitantes. La Fundación Huésped reconoció que más de tres mil niños están afectados por la enfermedad. Reconoció la entidad que la mitad de los niños nace sin controles, para evitar la transmisión del VIH de madre a hijo. Alertaron por las funestas consecuencias que este panorama puede originar en la población. Existe una gran desprotección sanitaria en el marco de este flagelo. Así lo entienden las autoridades que intentan acercar programas específicos en la lucha contra el mal. En muchos casos se han denunciado razones de discriminación social hacia muchos enfermos adultos y menores. Esta
marginación subsiste a la hora de canalizar la atención asistencial. Es difícil comprender la indiferencia de los organismos sanitarios en casos lastimosos como estos niños inocentes que necesitan sobrevivir. Los institutos farmacéuticos y grupos medicinales privados miran hacia otras perspectivas antes de enfrentar el flagelo. La ayuda oficial debe ser acompañada por la actitud solidaria de los especialistas del sector privado. El auxilio no puede demorarse fundamentalmente porque está en juego la vida de miles de niños que tienen su futuro comprometido. La contención es otro de los aspectos que deben contemplar, tanto para los menores como para los adultos.

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